lunes, 26 de mayo de 2014

Giges según Heródoto

  Giges reinó en Lidia del año 680 a.C al 644 a.C. Fue un buen estratega militar y reunió diversos logros coloniales pero, sin embargo, no se sabe mucho de él. Es por ello que su vida y especialmente su llegada al trono estén rodeadas por un halo de misterio y suspense.

Giges, por Guillaume Rouille

Existen muchas versiones sobre la ascensión al poder de Giges, pero la más conocida es la redactada dos siglos más tarde por el historiador griego Heródoto de Halicarnaso, que dice así:



  Hacia el año 680 a.C, Lidia estaba gobernada por el rey Candaules, un hombre perdidamente enamorado de su reina. El soberano, convencido de que tenía a la mujer más bella del mundo por esposa, le dijo a su apreciado colaborador Giges que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para hacerle ver con sus propios ojos el encanto de ésta. Así, pensó que una buena idea sería esconderle aquella noche en su habitación; cuando su mujer entrase y se desnudara, su amigo podría admirar el atractivo de la reina. Giges no dudaba de las palabras del rey; estaba convencido de que la reina era hermosa, pero le disgustaba la propuesta del rey, y la rechazó. Sin embargo, Candaules le insistió tanto que finalmente se vio obligado a acceder.

  Siguiendo con el plan establecido, el rey condujo a Giges a sus aposentos aquella noche y le hizo esconderse tras una puerta. Poco tiempo después llegó la reina quien, pensando que estaba sola, se despojó de sus vestidos, dejando al descubierto su cuerpo desnudo y permitiendo al infiltrado admirarlo durante unos segundos. Acto seguido se metió en la cama, y Giges salió de la estancia. Estaba convencido de que nadie se había percatado de lo ocurrido, pero la reina le vio salir de la habitación y le hizo llamar al día siguiente.

  La soberana, que se sentía prostituida y engañada por su esposo, tenía sed de venganza, así que hizo a Giges tomar una difícil decisión: debía elegir entre morir o dar muerte a Candaules y casarse con ella, ocupando su lugar en el trono. El pobre hombre, desconcertado, se encontró frente a un gran dilema moral, pero acabó optando por la segunda opción.  Así, esa misma noche la reina entregó e Giges un puñal y le escondió en su habitación. Al entrar el monarca y recostarse sobre el lecho, su fiel amigo le clavó el puñal, acabando con su vida.

  Giges se acostó esa noche siendo un simple colaborador y despertó ostentando el título de rey de Lidia.

Candaules muestra a su mujer escondiendo a Giges, uno de sus ministros, mientras se va a la cama por William Etty

   Si esta versión es cierta, Giges tuvo que enfrentarse a dos serios dilemas morales:

¿Moral o lealtad?
El protagonista se vio en un aprieto al tener que elegir entre hacer lo que consideraba correcto y no disgustar al rey. Finalmente se decantó por lo segundo, pues Candaules le insistió mucho y no quería tener problemas con su amigo. En mi opinión obró realmente mal; por mucho que sea tu amigo y tu rey, todos debemos aprender a decir no. La presión pudo con Giges, pero las consecuencias fueron fatales, sin contar con que sabía que era una falta de respeto hacia la reina, una mujer que tenía plena confianza en él.

¿El prójimo o mi vida?
Giges se volvió a ver obligado a tomar una importante decisión: ¿salvarse o salvar a su amigo el rey? Decidió pensar por sí mismo y acabo por salvarse. Por una parte le entiendo; Candaules, con su cabezonería, le había metido en un aprieto. Aún y así, no creo que le matase por venganza, ni por haber ultrajado a su mujer. Por desgracia, en momentos de peligro, nuestro instinto nos dice que nos salvemos nosotros y dejemos al resto atrás. Por eso, aunque Giges debió haber reconocido que el error era suyo y él tendría que haber pagado por ello, decidió salvarse. Es muy complicado juzgarle, ya que pocos se han encontrado en esa situación, pero aún y así debemos ser nobles: si hemos herrado, debemos pagar por ello.

   La historia de Giges es tan extraña y tan remota que nos resulta difícil ponernos en la piel del protagonista, especialmente cuando debe elegir entre morir y matar a Candaules. Sin embargo, el primer dilema lo encontramos en nuestro día a día: ¿cuántas veces un amigo nos ha pedido que hagamos algo que está en contra de nuestros valores? Y no hablo de algo tan extremo como en la historia, sino de encubrir una infidelidad o mentir a los padres de tu amiga haciéndoles creer que está contigo cuando en realidad está en una fiesta.

   No debemos extrapolarnos al caso de Giges, todos debemos aprender a decir no cuando creamos que algo no es justo. En su caso podríamos decir que la jugada le salió bien en cierto modo, porque acabó casado con una reina guapísima y siendo soberano de un imperio. Aún y así, los daños en su conciencia seguramente no pudieron pagarse con el poder del trono y el atractivo de la reina. Y, en la vida real, es muy difícil que por tomar una mala decisión acabes coronado rey de Lidia, no nos engañemos.


Por Marina León

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